EL ARQUITECTO DE LA MODA
Alejandro Cañestro
Así definieron
muchos a Cristóbal Balenciaga (1895-1972), uno de los más importantes creadores
de la Alta Costura
que trabajó en París durante más de treinta años. Ya desde pequeño soñaba con
ser modista, dibujaba vestidos en papeles sucios y se sentía atrapado por el
mundo de lujo y derroche de la moda que se abría ante sus ojos. A los trece
años, cuenta la leyenda, la
Marquesa de la Vera Torre
quiso comprobar si el pequeño Cristóbal llevaba dentro un diseñador y le plantó
un reto: le endosó un trozo de tela y le pidió que copiara uno de los vestidos
que dicha señorona llevaba. El párvulo genio así lo hizo ante la atónita mirada
de la Marquesa,
quien a partir de entonces se convirtió en su primera protectora y mecenas.
Tan precoz
talento debía traducirse, posteriormente, en mucho más y, no en vano, el nombre
de Cristóbal Balenciaga se asocia de una manera justa a la Alta Costura, a diseños
cuidados de preciosas telas, bordadas a mano con pedrería o lentejuelas. Fue en
efecto un adelantado a su tiempo: trabajaba sus vestidos como si le fuera la
vida en ello, aportando toda su energía y su creatividad. Él mismo dijo que “un
buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma,
pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida”, de
ahí que pueda decirse abiertamente que sus creaciones son en sí mismas
auténticas obras de arte.
Resaltó como
nadie la anatomía femenina y concibió mujeres cargadas de sensualidad, con un
alto grado de atemporalidad, lo que hace que sus diseños sean actuales en
cualquier época y ante cualquier moda o tendencia, propiciando imágenes de
mujer elegante, sobria, lejos de arquetipos y corsés a través de las nuevas
líneas y las nuevas formas de entender la moda.
Arquitecto,
escultor, pintor, músico y filósofo: Balenciaga.